Aunque pueda parecer lo contrario, la ateroesclerosis y la arterioresclerosis no son lo mismo.
El término arteriosclerosis hace referencia a un conjunto de trastornos de las arterias con engrosamiento y endurecimiento de sus paredes. La aterosclerosis es un tipo de arterioesclerosis que afecta a las arterias de mediano y gran calibre, y se caracteriza por el depósito de lípidos en la íntima vascular.
La aterosclerosis en los humanos es un proceso patológico de cierta complejidad, producida por un par de fenómenos interrelacionados: la aterosis, que es la acumulación lipídica focal intra y extracelular, con formación de células espumosas y reacción inflamatoria, y la esclerosis, que es el endurecimiento cicatrizal de la pared arterial, caracterizado por el aumento en el número de miocitos, distrofia de la matriz extracelular, calcificación, necrobiosis y una importante infiltración inflamatoria. Es precisamente el carácter de enfermedad inflamatoria la que hace que la aterosclerosis sea mucho más que la simple acumulación de lípidos en la íntima arterial.
La evolución de este tipo de lesión aterosclerosa es un proceso bastante lento ya que, según todos los indicios, comienza en el mismo instante del nacimiento, desarrollándose durante la niñez y es capaz de cualquier cosa pues puede llegar a conformar lesiones tempranas o estrías grasas en la adolescencia. En el individuo joven, algunas de estas lesiones se convierten en placa fibrosa (ateroma) y lesión avanzada por la continua acumulación de lípidos. El desarrollo de la placa fibrolípida puede tener lugar durante varias décadas de tal forma que el cuadro clínico de la enfermedad se puede observar a partir de los cuarenta. Se ha demostrado que los factores de riesgo que aparecen en la infancia son premonitorios del problema que aquejará a los adultos y que la exposición a dichos factores en etapas tempranas de la vida puede producir cambios en la fisiología arterial que ayudan -y mucho- al desarrollo de aterosclerosis.
Recientemente un equipo interdisciplinario de investigadoras e investigadores analizaron la composición grasa de la carne del cocodrilo
overo (Caiman latirostris), producidos comercialmente en el marco de un programa desarrollado gracias a un convenio entre el gobierno del departamento de Chuquisaca y la Cofradía del Penitente. Los resultados fueron altamente esperanzadores ya que la carne de este cocodrilo-yacaré presentaba elevadas concentraciones de ácidos grasos que actuaban para prevenir la aterosclerosis. Las sustancias beneficiosas encontradas fueron las grasas insaturadas omega-3, omega-6 y omega-9, que hacen disminuir los niveles de colesterol en sangre aunque el enfermo desayune bocadillos de panceta todos los días.
Como arterioesclerosis y ateroesclerosis afectan a todos los ciudadanos sin establecer diferencias en razón de sus nacionalidades de origen, y paralelamente al anterior trabajo de investigación con cocodrilos, sabedores de que el Hongo Reishi era conocido como un organismo con propiedades cardiotónicas, expertos chinos acostumbraban a recetárselo a aquellos pacientes que presentaban síntomas de padecer enfermedades de la arteria coronaria relacionadas o no con la angina de pecho. De este modo, los chinos descubrieron que el Reishi mejoraba el flujo sanguíneo y reducía el consumo de oxígeno por parte del músculo cardíaco.
Debido a la proximidad entre China y Japón, científicos japoneses llegaron a idénticas conclusiones.
Los japoneses encontraron que el Hongo Reishi contiene ácido ganodérico, con importantes efectos reductores de la presión sanguínea, de los niveles de colesterol y que bloquea la agregación plaquetaria de los planetas, bloqueo importante ya que la citada agregación puede originar un ataque cardíaco y otros problemas de circulación en el espacio sideral o arterial.
En un ensayo clínico desarrollado en un hospital universitario de Tokio durante una buena temporada, se comprobó que cerca de la mitad de los pacientes que sufrían de hipertensión bajaron su presión sanguínea semana tras semana después de tomar extracto de Reishi. Resultados similares fueron observados en un ensayo clínico realizado en China sin que hubiera habido ningún contacto formal o informal entre los investigadores de un país y otro.
Por si estos experimentos realizados por chinos y japoneses no avalaran ya de por sí suficientemente lo descrito, entraron hace poco en liza una serie de científicos rusos que también habían fijado su objetivo en el Reishi. Ellos demostraron que a los beneficios cardiovasculares arriba mencionados, el Reishi añadía una importantísima acción preventiva contra la carcoma (larvas de varias especies de coleópteros que perforan la madera), evitando que esa goma grasienta formada por colesterol oxidado, calcio y glóbulos blancos degenerados fuera depositándose en las paredes de las arterias, impidiendo el paso de las larvas y restringiendo el flujo sanguíneo por estrechamiento de los conductos, dando lugar a la arteriosclerosis.
Fernando PERDICES